jueves, 3 de mayo de 2012

De la nacionalización a la subvención a las petroleras

Carlos Arze Vargas *
En octubre del año 2003, el pueblo boliviano, especialmente los pobladores de El Alto, enarboló la consigna de la nacionalización de los hidrocarburos y su industrialización, apuntando así al corazón del modelo neoliberal y de las fracciones de la burguesía en el poder. Esta demanda histórica se inscribía en la tradición histórica de la lucha social por la recuperación de los recursos naturales y la necesidad de superar el patrón de acumulación primario exportador.

El MAS, contrariamente a lo que dicen hoy sus voceros, no enarboló esta demanda sino que demandó la instalación de una Asamblea Constituyente que permitiera la reconstitución del Estado capitalista en crisis, postulando cambios políticos pero sin cuestionar la base económica del país. Posteriormente, en el proceso de reforma de la Ley de Hidrocarburos, que incluyó el amañado “referéndum del gas”, esta agrupación política centró su discurso en la necesidad de retornar al sistema del 50-50 en la distribución de la renta petrolera.

Este breve recuento de la postura del MAS explica, en parte, por qué, una vez instalado en el poder, la reforma que impuso no fue una nacionalización, ni siquiera en el sentido que conocimos con el nacionalismo burgués del MNR en el pasado. Permite entender por qué la denominada “nacionalización inteligente” constituye una medida oportunista dirigida a controlar los recursos fiscales necesarios para mantenerse en el poder y desarrollar una política francamente burguesa, es decir, con el objetivo de impulsar la construcción de una economía y sociedad capitalista escondida tras el rótulo pomposo de “economía plural” o hasta de “socialismo comunitario”.

Mientras la nacionalización propugnada inicialmente por los gobiernos nacionalistas del pasado promovía el desarrollo económico a partir del control estatal de las rentas de las industrias extractivas y trasladadas al sector privado -ubicado en la agricultura comercial del oriente y la industria-, sobre la base de la expulsión de los monopolios extranjeros, la nacionalización del MAS postula un sui géneris “socialismo comunitario” en alianza con el capital transnacional: los “socios” del proceso.

Por esta razón nunca contempló la expropiación de los medios de producción de las transnacionales petroleras y se limitó a adicionar a lo establecido por la Ley 3058 (el 50% de IDH y regalías), una participación variable de YPFB en las utilidades de los operadores. Contrariamente, implicó una compra onerosa de las empresas privatizadas durante los gobiernos neoliberales, como lo demuestra el siguiente cuadro.

% acciones AFP % acciones compradas Costo $us % de total acciones
YPFB Chaco1 49,0% 50,0% 233.440.140 99,0%
YPFB Andina 49,3% 1,1%6.241.96650,4%
YPFB Transportes233,6% 65,0%241.154.976 98,6%
YPFB Refinación n.a. 100,0% 112.000.000100,0%
YPFB Logística n.a. 100,0% 16.430.000100,0%
YPFB Aviación3 n.a. 100,0% 36.000.000100,0%
Total 645.267.082
(1) Costo al precio establecido en DS 29888.
(2) Costo por 50% acciones.
(3) Valor de demanda (información M in. Arismendi El Deber 30/1/2011.

Hay que añadir a estos datos que en varios casos el valor de la compra alcanzó o sobrepasó el valor de venta de la privatización neoliberal: en el caso de Chaco –actualmente con una demanda internacional- la compra de la mitad del paquete accionario costaría el 76% del valor de la “capitalización”, la compra de Transredes alcanzaría al 91% del precio de la capitalización, la recompra de la empresa de Logística y de la de Refinación, alcanzaría al 109% del valor de su privatización durante el gobierno de Banzer.

La “nacionalización” no abarcó más que a las empresas “capitalizadas”, por lo tanto no se dirigió a controlar el sector, es decir a establecer el monopolio estatal que determine la dirección de las políticas públicas para la superación de la economía primario exportadora, como cabe a un verdadera nacionalización. Asimismo, contrariando el discurso que le permitió posicionarse durante la reforma de 2005, otorgó legalidad a los contratos de riesgo compartido de Sánchez de Lozada y reconoció los derechos que les daban a las petroleras, como es el caso de las inversiones reconocidas de “buena fe” y devueltas a través de los costos recuperables.

Pero más allá de esas consideraciones están las evidencias que arrojan los resultados de la “nacionalización” para demostrar nuestra tesis.

Observando la situación actual del sector, se comprueba que la producción de hidrocarburos permanece controlada mayoritariamente por las transnacionales, que han mejorado su participación en los últimos años: mientras las operadoras extranjeras pasaron de controlar el 74,2% de la producción de gas natural y líquidos en 2006 al 82,2% en 2010, YPFB -a través de sus filiales Andina y Chaco- disminuyó su participación en el mismo período de 25,8% a 17,8%.

La información sobre áreas petroleras refuerza esta observación: aunque YPFB posee el 71% de un total de 23,9 millones de hectáreas de áreas de exploración, las empresas extranjeras poseen el 68% de las áreas en explotación, que son las que contienen las reservas certificadas de hidrocarburos. La elevada participación de YPFB en las áreas de exploración se explica porque desde 2006 se han establecido 98 áreas reservadas con una extensión de 22 millones de hectáreas, de las cuales el 25% se encuentra ya bajo contratos de exploración y convenios de estudio con empresas extranjeras, como PDVSA, GTLI, Petrobras, Petrovietnam y otras.

Por otro lado, el gobierno afirma machaconamente que su nacionalización ha afectado los intereses imperialistas trastocando la distribución de la renta petrolera, de modo que ahora el Estado controlaría el 82% dejando a la transnacionales con el 18% restante. A despecho de esta afirmación, los datos oficiales revelan que en 2010 el Estado recibió el 65% por concepto de IDH, regalías, patentes y participación de YPFB.

Además, como en el capitalismo –así sea andino amazónico- no sólo importa la tasa de ganancia que se recibe por una determinada inversión, sino también la masa de ganancia, podemos afirmar que los mismos datos revelan que las petroleras extranjeras continúan obteniendo suculentas ganancias, gracias al incremento de las exportaciones de gas natural y de sus precios gestionados por el gobierno: si en 2004 -sobre un valor de producción hidrocarburífera de 1.172 millones de dólares- controlaban el 75% equivalente a 879 millones, en 2010-sobre un valor de 3.053 millones- controlaron el 35% equivalente a 1.068 millones de dólares. Esto explica por qué las transnacionales no abandonaron un país gobernado por “socialistas comunitarios”.

Con todo, el hecho más revelador de que la “nacionalización” promueve las ganancias de las transnacionales, es la reposición en estos días del “gasolinazo” de 2010. En efecto, el D.S. 1202 dispone un incentivo para los productores de petróleo de 30 dólares por barril.
Con esta medida se les devolverá parte de la renta controlada: el Estado que obtiene 13,55 dólares por IDH y regalías -sobre un precio de 27,11 dólares-, pagará una subvención de 30 dólares en forma de NOCRES, es decir una subvención 2,2 veces mayor que la renta obtenida. Los recursos necesarios para pagarla deberán salir de las arcas fiscales, es decir ya sea de la renta del gas natural o de los impuestos de los consumidores, con lo que se retrocede más atrás de la Ley 3058.

Por todo lo anterior, se puede afirmar que las empresas petroleras transnacionales son quienes realmente determinan las condiciones de producción, cuando, según la mentada nacionalización, sólo deberían ser remuneradas como “prestadoras de servicios”.
* Investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

martes, 1 de mayo de 2012

La IX marcha trabaja el 1º de Mayo para que los indígenas no vuelvan a ser ‘empatronados’


“Compañeros, nosotros también festejamos el 1º de Mayo, porque aunque no seamos asalariados, somos trabajadores, somos trabajadores libres. Por eso es que mezquinamos nuestro territorio, por eso defendemos el Tipnis, porque no queremos volver a ser empatronados (esclavos)”,  dijo Adolfo Chávez, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), antes de iniciar la tercera jornada de caminata de la IX marcha indígena. Allí, la columna, que sigue adelgazando, hizo un pequeño acto cívico en conmemoración al Día del Trabajo.

Y no fue una jornada fácil para los marchistas. Apoyados solo por el Conamaq y el pueblo Guarayo, los indígenas del Tipnis emprendieron una caminata de 14 kilómetros hasta el puente Tijamuchí por una carretera desastrosa. La jornada comenzó fresca, con el cielo limpio tras el paso del sur, pero con el paso de las horas se fue calentando y haciendo mella en el grupo, conformado por ancianos, mujeres, jóvenes y muchos niños.

Pero eso no fue lo más complicado. La carretera Trinidad-San Igancio de Moxos está cortada por el rebalse del Mamoré en cuatro sitios, tres de ellos antes de llegar al Tijamuchí. Por ahí, en medio de tramos de barro, debió pasar la columna, que aplacó su paso. Sus víveres, ropa y enseres de cocina la tuvieron más difícil. Había dos puntos anegados que eran posibles pasar solo con movilidades de doble tracción, pero el tercero se necesitaba la ayuda de un pontón. En ese lugar, a cuatro kilómetros del Tijamuchí, el agua llegaba al pecho.

Fue ahí donde Pedro Nuni, moxeño ignaciano y diputado indígena, recordó que esa carretera tiene 40 años y siempre es la mima historia: una lluvia, por más leve que sea y queda intransitable. “Esta es la clase de carreteras ecológicas que construye el Estado boliviano. Por qué en lugar de pedir carretera hacia Cochabamba, los Moxeños no comenzamos pidiendo una carretera estable hacia Trinidad”, dijo.

El paso por este punto se complicó más porque solo había un pontón, que también debía hacer servicio en otro tramo anegado dos kilómetros más allá del Tijamuchí. Los choferes afiliados a la Asociación de Transporte Libre, que hace servicio interprovincial entre Trinidad y varias provincias, organizaron un pequeño bloqueo para llevarse el pontón, provocando tensión. Para ellos, los marchistas son apenas flojos que viven de la política y no quieren carretera.

Una vez salvado ese obstáculo, la marcha, conformada por unos 100 adultos, llegó al Tijamuchí. Allí los esperaba un premio: una veintena de bufeos (delfines de río) han ‘colonizado’ el río para alimentarse de los peces blanquillo y ventón, que abundan en la zona. Para los niños e indígenas de Conamaq fue un espectáculo nunca visto. Los andinos que habían marchado en la VIII marcha se sorprendieron  de lo inundado que estaba el lugar. Apuntaban a un árbol frondoso en medio del río y señalaban que en agosto habían pernoctado allí.

Una ‘mamatalla’ de la Conamaq se llevó el susto de su vida. Se acercó a la orilla para refrescarse y un bufeo fue a ‘saludarla’, haciéndola correr. Otros, que por primera vez veían al mamífero, preguntaban a qué hora lo iban a pescar para comer ‘una parrillada de delfín’. Ahí los indígenas amazónicos les explicaron que los bufeos no se comen, salvo una emergencia extrema.

Mientras la tarde avanzaba, la logística aún seguía atrás, tratando de cruzar el charco. Dependiendo de su capacidad de movilización, intentarán llegar mañana a Fátima, la primera comunidad indígena que tocará la marcha que se dirige a La Paz. Allí es posible que un grupo de Moxeños ignacianos se unan a la movilización que trata de impedir que una carretera parta al Tipnis en dos. Allí estará a mitad de camino de San Ignacio, un lugar donde no serán bien recibidos.
El Deber

Morales nacionaliza eléctrica española


El presidente Evo Morales nacionalizó el martes la Transportadora de Electricidad del grupo Red Eléctrica de España, que controla 74 por ciento del mercado local, y ordenó a los militares tomar las instalaciones de la compañía.

La medida completa la nacionalización de la industria eléctrica que hasta la década pasada estaba bajo control del Estado.
El 1 de mayo de 2010 el mandatario había nacionalizado las cuatro mayores plantas hidroeléctricas.

"Estamos nacionalizando la Transportadora de Electricidad a nombre del pueblo boliviano y como justo homenaje a los trabajadores que lucharon por la recuperación de los recursos naturales y de los servicios básicos", dijo Morales en un acto del Día del Trabajo en Palacio de Gobierno.

La Transportadora de Electricidad pasó a control de la estatal Empresa Nacional de Electricidad.

"Nosotros invertimos 220 millones de dólares en la generación y otros se aprovechan, por eso hermanos y hermanas hemos decidido nacionalizar la transportadora de electricidad", explicó el mandatario en presencia de ministros, jefes militares, mandos policiales y dirigentes de sindicatos que respaldan a su gobierno.

La Transportadora de Electricidad es propietaria de 2.772 kilómetros de líneas de transmisión, equivalente a 74 por ciento del mercado nacional. La española Unión Fenosa pagó 39,9 millones de dólares por el paquete cuando la empresa fue privatizada en 1997.

En 2002 Fenosa vendió sus acciones a Red Eléctrica Internacional, filial del Grupo Red Eléctrica de España, que tiene numerosas inversiones en Brasil, Argentina y otros países. Su actividad es transportar la energía generada por los productores y entregarla a distribuidores y consumidores.

El decreto de nacionalización encomienda a la Empresa Nacional de Electricidad iniciar negociaciones con los propietarios para fijar la indemnización. "Para aclarar ante la opinión pública nacional e internacional, estamos nacionalizando una empresa que antes era nuestra", sostuvo Morales.

Agregó que la empresa sólo invirtió 81 millones de dólares desde que fue privatizada.

En su primer año de gobierno, Morales nacionalizó el 1 de mayo de 2006 los hidrocarburos con la renegociación de contratos con una docena de petroleras, entre ellas Repsol, Petrobras, BG y Total.

En 2009 nacionalizó la mayor telefónica del país que estaba en manos de la italiana ETI y en 2010 las cuatro mayores generadoras eléctricas que eran de la francesa Suez, de la británica Rurelec y de accionistas bolivianos. Con ninguna el gobierno ha podido cerrar negociaciones para fijar el monto de indemnización.

Poco después del anuncio, militares armados se apostaron en los ingresos de la compañía en la ciudad de Cochabamba y colocaron la bandera nacional en las puertas. No hubo incidentes.
AP